¿Qué es caro o barato?
¿Qué es caro o barato?
Todos hemos escuchado el refrán que dice que lo barato puede salir caro. Es una paradoja que se refiere a que comprar algo de baja calidad o poco duradero. suele tener la consecuencia de tener que comprarlo de nuevo antes de tiempo o que ocasione un resultado adverso distinto al esperado. Es producto de no saber qué es caro y barato.
La expresión es una confusión entre los términos valor y coste de las cosas. Porque un producto o servicio que cuesta menos que otro por ser de menor calidad no es más barato. Aquello que tiene un precio más bajo por ser de menor valor tiene un precio normal a pesar de ser inferior. Siempre se debe ser consciente de la calidad de lo que se adquiere, antes de calificarlo como caro o barato.
Lo barato puede salir caro, lo caro suele resultar carísimo.
En ocasiones un descenso del precio de las acciones no implica que éstas sean más baratas. Puede que su calidad, proyección de negocio y expectativas de beneficios se han reducido, hasta el punto de que aún sean caras para lo que ofrecen.
El mismo fenómeno se da cuando una acción experimenta una subida que eleva el coste de compra. Si el incremento del precio se ve apoyado por una mejora de la realidad económica y más aún por las expectativas, el que hoy las acciones cuesten más que ayer no tiene por que servir para calificarlas como caras. Una acción con mayor coste pudiera ser que aún estuviesen baratas, por no recoger en la cotización el valor que se les supone.
Sin embargo, en muchos casos las decisiones de inversión se toman en base a comentarios no contrastados. Muchas inversiones obedecen a una moda narrativa y al sentimiento de no querer perderse otra gran subida como la que ya se ha acumulado. En estas circunstancias no debemos olvidar la recomendación de vender todo cuando oigas al jardinero de tu casa hablar de un valor, porque al final las modas siempre exceden la realidad de una empresa.
Si comprar barato puede salir caro, comprar caro suele resultar carísimo, porque caro significa que el valor no justifica los precios alcanzados.
Comprar caro se paga caro
Los mercados no dejan de producir situaciones ejemplares. Algunas históricas, como la de los tulipanes en el siglo XVI o las empresas “punto-com” al final del siglo pasado y otras tan recientes como las criptomonedas o las empresas de energías renovables este mismo año.
A nadie se le escapa que asistimos a un cambio de modelo energético. Alentado por la necesidad de cuidar el medio ambiente, estará alimentado por una cantidad fabulosa de inversiones por parte de los gobiernos y será aplaudido por la sociedad. Es un fenómeno que no ha hecho más que empezar, pero al que le queda un largo recorrido.
Sin embargo, las cotizaciones de estas empresas en muchos casos incorporaron expectativas de ventas y beneficios que por el momento solo son hipótesis y proyecciones de futuro. Sin duda les espera un futuro brillante, pero tal vez aún no tengan el precio adecuado para formar parte de una cartera. La cotización de la mayoría, en relación con los beneficios y la generación de caja, indican que aún son caras en general.
Empresas como Solaria o Soltec que empezaron el año con la euforia desatada, acumulan descensos superiores al 50% desde los máximos de enero y ya han provocado más de una decepción al borde de la claudicación.


La evolución en la cotización de las empresas de energías renovables recuerda mucho a las de las empresas “punto-com” de finales del siglo XX. La evolución de las criptomonedas recuerda más a la historia de los tulipanes del siglo XVI. En ambas ocasiones los inversores averiguaron qué es caro y barato demasiado tarde.
Hay que saber qué es caro y barato
Todo el mundo sabe lo que hay que hacer para tener éxito en las inversiones en acciones de empresas: comprar barato y vender caro. Lo que sucede es que muy pocos se detienen a comprobar cuándo es caro o barato y lo triste es observar cómo una amplia mayoría de los inversores compra cuando los precios son demasiado caros y venden cuando son demasiado baratos.
La ausencia de un plan que defina cuánto, cuando y en qué se debe invertir, así como la ausencia de objetividad en la ejecución de las inversiones, dejan abiertas las puertas a que los sentimientos de euforia, depresión, codicia y miedo se mezclen de forma explosiva con el dinero.

La planificación financiera es la clave para distinguir qué es caro y barato
El primer paso para evitar que te puedas ver identificado con la secuencia anterior, es tener un plan de inversiones que determine la proporción de dinero que podrás destinar a inversiones más volátiles con el objetivo de un premio mayor a largo plazo, una vez descontadas las cantidades necesarias para cubrir necesidades a corto y medio plazo. Solo así podrás tener toda la paciencia necesaria y eliminarás el riesgo de verte obligado a claudicar por tener que coger el dinero antes de tiempo.
El segundo paso es decidir en qué zonas geográficas, sectores o temas en los que deseas invertir y trazar la estrategia de inversión, bien de forma puntual o de forma periódica, así como los objetivos que se esperan para este grupo de inversiones financieras.
El tercer paso es seleccionar aquellas inversiones cuya cotización sea barata, porque no refleje el valor que les podemos otorgar, aunque no estén de moda. Y desde luego, y siempre, evitar las peores de baja calidad cuesten lo que cuesten y sobre todo si además son caras, aún estando de moda en boca de todo el mundo, hasta en la del jardinero.
Factores para identificar qué es caro y barato en bolsa.
Hay tres factores fáciles de consultar, revisar y evaluar que permiten distinguir entre lo que es caro y barato. Se trata de comprar barato y vender caro, nunca al revés.
Factor 1. El modelo de negocio.
El modelo de negocio de una empresa es fundamental. Siempre debemos conocer a quién estamos entregando nuestro dinero. No solo es importante tener una idea de a qué se dedica una compañía, es imprescindible mirar más allá de la marca. Que su valor no dependa demasiado de promesas de futuro, porque muchas veces las promesas no se cumplen y cuando lo hacen nunca son como se habían planteado.
Consultar cuáles son las líneas de negocio en las que desarrolla su actividad, el valor que genera cada una de ellas y el plan de negocio de la empresa.
Revisar la evolución del conjunto de la actividad y de cada segmento de negocio, así como el cumplimiento de los planes de negocio.
Evaluar cuánto gustan los productos de la empresa, el grado de satisfacción de sus clientes y la tendencia en la demanda por parte de los consumidores o de su mercado potencial. También qué diferencia a esta empresa de sus competidores.
Factor 2. Los números financieros de la empresa.
Tener un buen producto y muchas ventas no es garantía de beneficios. No será la primera vez alguien se pregunta cómo puede haber cerrado un negocio que vendía tanto, cuándo antes debería reflexionar por qué vendía tanto y cuestionar si lograba ganar dinero.
Aumentar las ventas a base de ofrecer mucho y cobrar poco es fácil, lo complicado es ganar dinero con ello. Salir de tapas por León o por Granada ayuda mucho a pensar en estas cosas.
Generación de caja.
Debemos consultar los números de la empresa. Fijarnos en su capacidad para generar flujo de caja constante y positivo, porque sin ingresos superiores a los gastos solo se sobrevive con financiación externa o de consumo de reservas.
Deuda financiera
Hay que consultar la deuda que tiene la empresa, si esta aumenta o disminuye y si puede cubrir los pagos de intereses y amortizaciones, porque la deuda puede comerse toda la rentabilidad de una empresa.
Rentabilidad del negocio
Es fundamental consultar los márgenes entre ingresos y gastos, para poder evaluar la rentabilidad del negocio y compararla con la competencia. De esta forma podremos calcular el valor presente de lo que generará la compañía. La rentabilidad del negocio es una pista clave para diferenciar que es caro y barato en bolsa.
Una vez recopilados los datos podremos revisar si la cotización refleja el valor de la empresa, lo excede o no lo recoge en su justa medida, antes de evaluar la confianza en que la empresa mejore su rentabilidad y compararla con la de otras empresas de su sector.
Factor 3. La estadística de la cotización. Lo que sucede sin importar por qué sucede.
Que un precio sea caro, porque excede el valor que le corresponde, no implica que no pueda ser aún más caro. Al igual que un precio barato por ser inferior al que le corresponde por su justa valoración, no impide que pueda ser aún más barato.
Las expectativas cotizan y pocas veces se pueden analizar por la racionalidad del análisis fundamental. El análisis técnico de las variaciones de las cotizaciones cubre esa carencia del análisis fundamental, porque no se detiene en la explicación, sino que se centra en lo que sucede sin importar por qué sucede.
Consultar cuál es la tendencia de los precios, revisar las circunstancias que han motivado un cambio de dirección en el pasado y evaluar cuáles son las proyecciones alcistas o bajistas, permiten planificar los precios en los que comprar o vender las acciones.
Comprar lo barato y vender lo caro
Está claro y es evidente que todos los excesos se corrigen y en materia de inversiones se pagan o se cobran. Es cuestión de tiempo que la cotización y el valor de una empresa coincidan en un precio justo.
Identificar que es caro y barato en relación con el valor y el beneficio que produce es más sencillo y menos laborioso de lo que parece, solo requiere que le dediquemos una pequeña parte de nuestro tiempo. Y si no lo tenemos o nos falta pericia, siempre podemos acudir a un asesor que nos aporte su opinión y nos oriente sobre la distribución de nuestras inversiones.
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